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lunes, 30 de enero de 2017

Trubia Naval

En agosto de 1936, el capitán Ignacio Cuartero llegó a Bilbao procedente de la fábrica de Trubia para concretar la construcción de diversos elementos mecánicos en las fábricas de Vizcaya, necesarios para abastecer a las tropas del frente asturiano. Tras sorprenderse con los increíbles medios de producción de la zona, Cuartero sugirió la producción de un carro para reforzar las filas del Ejército. El proyecto fue aprobado, y Cuartero viajó a Trubia para informarse sobre diseños anteriores para hacer un tanque en base a ellos. La elección fue el Trubia Modelo 1936.



El diseño del nuevo carro se fundamentaba en los planos del Trubia, pero se adaptó a las limitaciones de material propias de la guerra; por ejemplo, el motor que se instalaba dependía de los disponibles en el momento de la producción. El cañón se sustituyó por ametralladoras de 7'62 mm, y el blindaje compuesto fue desechado a favor de planchas únicas de acero al cromo-níquel. Las orugas seguían siendo Orión. Se realizaron otros cambios menores, como modificaciones en la escotilla de salida o variaciones en la parrilla del radiador.



La producción en serie comenzó en la Fábrica Naval de Sestao (Bilbao). El número total de unidades construidas se desconoce, pues los documentos oficiales pertinentes se perdieron, pero rondaría entre 20 y 45 carros. No todos los carros eran iguales, pues se iban modificando en función de las existencias. Unas pocas unidades fueron equipadas con ametralladoras Lewis de 7'7 mm. En las unidades finales del Trubia-Naval se montaron cañones de 45 mm, para aumentar su pobre potencia de fuego contra blindados.



Un hecho muy curioso y ya citado es su diversidad de motores. En principio, se estudió la posibilidad de instalar motores SOMUA-NAVAL, construidos en la propia fábrica de Sestao. Fueron rechazados por su excesivo consumo, y se montaron motores MAN de 6 cilindros en casi todas las unidades. Hubo también algunos prototipos con motores Chicago de 6 cilindros y de 4 cilindros.



El blindaje también varió con el tiempo. En las primeras unidades, se usaron chapas de acero de 10 a 20 mm. En la producción final, el grosor de las planchas iba desde 15 mm hasta un máximo de 57 mm. Este grosor le daba al carro una buena protección contra proyectiles antitanque.


Artículo creado por Martillo

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